La última carta.

Cuando leas esto estaré lejos de aquí. Tal vez esté surcando el cielo de Madrid, de Roma o de Milán, o tal vez me haya quedado dormida por haber estado escribiéndote toda la noche.
Verás John, con el tiempo las personas cambian. Unos tardan años en darse cuenta, y otros incluso en un par de semanas. Lo cierto que es que yo he tardado mucho en darme cuenta.
Sé que debí habértelo dicho mucho antes, pero no me sentía lo suficientemente capaz para decírtelo mirándote a los ojos. Sabes que no podría, porque sólo con mirarte ya habría cambiado de opinión.
Quiero que sepas que estaré bien, esté donde esté. Que echaré de menos tus sermones y tus más sinceros consejos, y que sabré aplicarlos a cualquier situación, te lo aseguro.
Tú sigue adelante, continúa todos esos proyectos que dejaste a medias. Yo sé que podrás.
Rehaz tu vida, pon orden en ella y, por favor, no te olvides de apagar la cafetera cada mañana.
Espero que te quedes con el recuerdo de lo que fuimos, porque yo siempre lo llevaré conmigo

Nos vemos pronto.

Savannah.