lunes, abril 7

Dame vida

Aquel día abrí los ojos con la esperanza de que todo hubiese cambiado, pero no fue así.

Mi vida seguía siendo un completo desbarajuste, un rompecabezas sin solución. Sentía un gran vacío en mi interior, un vacío que se hacía más profundo con el paso de los días. Y dolía. No hacía más que recordarme lo sola que estaba, y eso dolía aún mucho más.
Mi vida era un libro con espacios en blanco, un cuadro de Hopper, un ejemplo del mismísimo fracaso.
Estaba ansiosa por conseguir una respuesta, algo, alguien, que hiciese girar mi vida y me devolviera la ilusión que ya había dado por perdida. Pero no ocurrió.
Me volví frágil, distante, sin propósitos ni sueños a los que aspirar. Apenas tenía ánimos para seguir adelante, pero lo hice. No me quedaba otra opción. Comprendí que el tiempo es la mejor solución, siempre y cuando sepamos ser pacientes, que la vida es un recorrido con un número de vueltas que solo el destino es capaz de fijar. Y aunque alguna vez nos desviemos de la pista, siempre habrá algo que nos indique cómo volver.
Ahora convivo con la soledad, con un vacío insaciable, con unas ganas terribles de encontrar el carril del que me he extraviado y al fin poder gritar: "¡Sigo viva!".

1 comentario:

  1. Me encanta tu forma de escribir *-* Haces que todo parezca muy real...
    Un besote :-*

    ResponderEliminar